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El efecto

Francisco Pomares

 

Para quienes juegan al billar -americano o de carambolas-, el tiro con efecto es la clave del desarrollo del juego. Un buen billarista maneja todos los mecanismos que permiten dirigir las bolas a donde se quiere y con el efecto que se desea. En billar, el efecto es el movimiento de rotación que realiza la bola sobre sí misma, al tiempo que avanza en la dirección hacia la que ha sido impulsada por el taco. Los entendidos clasifican los efectos principales en tres grupos: la bola plena, que se consigue golpeando justo en el centro de la bola para que se deslice limpiamente sobre el tapete; el efecto de corrido, que se produce golpeando por encima del centro, y el retroceso, que se logra dando a la bola por debajo y que provoca que se deslice hacia adelante pero con un movimiento de rotación hacia atrás, que se acentúa precisamente cuando deja de rodar.

 

No sé si Asier Antona juega al billar, si los trucos que maneja los ha aprendido el hombre en algún bareto de Santa Cruz de La Palma donde se juegue al chapolín. En cualquier caso, sus declaraciones sobre la posibilidad de apoyar una moción de censura (si él es el candidato) son sin duda un magnífico ejemplo de cómo impulsar una bola con efecto de retroceso. Porque -a pesar de la escandalera organizada en torno a sus palabras- lo que el presidente del PP en Canarias ha dejado claro -con toda rotundidad- es que no va a apoyar una moción de censura en la que Patricia Hernández o Román Rodríguez sean los candidatos alternativos. Con el mimbre de esa respuesta, los mismos medios y partidos que lo hicieron el mes pasado siguen insistiendo en la posibilidad de censurar a Clavijo. Un esfuerzo inútil, insistir en lo obvio. Porque es completamente cierto que el actual Gobierno de Canarias tiene el nada feliz récord de ser el Gobierno regional con menos apoyo parlamentario de toda la historia de la Autonomía. Y eso no es sólo mérito de Clavijo, de Coalición o del cansancio de una ciudadanía que lleva casi veinticinco años soportando al mismo grupo político en el poder. Una situación en absoluto infrecuente: es bastante similar a la que se da en Andalucía, o -más cerca- aquí en Adeje.

 

Si el Gobierno de Canarias se sostiene hoy como Gobierno en minoría, es fruto de dos factores. Uno es la fragmentación del voto y de la representación parlamentaria en Canarias: en la pasada legislatura eran cuatro los partidos que había en el Parlamento. Hoy son seis. Y el otro factor es la incapacidad de la oposición tanto para articular una candidatura presidencial alternativa o para arriesgarse a presentarla incluso a sabiendas de perderla. La oposición puede seguir hablando -en pasivo, en activo o con efecto de retroceso- de esa moción de censura hectoplasmática que ya le ha costado al PSOE quedar fuera del Gobierno, y que a Patricia Hernández puede suponerle no llegar a la secretaria general. Pero no hay posibilidades de cambiar el mapa político -por la vía de la censura, la incorporación del PP al Gobierno o cualquier otra-, al menos hasta la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Después se abrirán todas las posibilidades. Incluso la de que Patricia Hernández y Román Rodríguez hagan presidente a Antona..., aunque esa opción resulte surrealista incluso al propio beneficiado.

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