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Lo que queremos

 

Francisco Pomares

 

Queremos que no haya atascos en las carreteras, pero también que el piche no se extienda como una mancha de aceite por el territorio. Queremos acabar con la contaminación, el consumo de hidrocarburos y el cambio climático, pero también queremos llegar a los sitios sin tener que renunciar a salir de casa cuando nos plazca, elegir el trayecto que nos apetezca y desplazarnos sin nadie que nos dé la vara a nuestro lado. Queremos pleno empleo y crecimiento, que nuestro modelo económico sea más equilibrado, pero no que las plataformas que necesitan reparación atraquen en Granadilla. Queremos pagar menos por la electricidad, pero que no se produzca. Queremos más escuelas, con profesores mejores y mejor pagados, y más hospitales sin listas de espera y una justicia justa y rápida, pero no queremos pagar más impuestos, de hecho queremos pagar menos. Queremos acabar con la pobreza, con la desigualdad y con la injusticia, pero sin que nos cuesten esfuerzo o compromiso, que lo hagan otros.

Queremos un Estado que nos respete, nos cuide y nos proteja, pero que parezca que no existe. Queremos ser tratados todos cómo iguales, los hombres y las mujeres, los blancos y los negros, los sabios y los tontos, los ricos y los pobres, pero exigimos siempre ser tratados de forma individual, especial, exclusiva. Queremos convivencia y tolerancia, pero actuamos como inquisidores con quienes piensan distinto a nosotros, y como salvajes cuando se discuten nuestras opiniones o prerrogativas. Queremos que se trate bien a los emigrantes, pero que eso no distraiga recursos de las cosas que realmente nos preocupan, que son las que tienen que ver con nuestro personal bienestar. Queremos que las cabras y ovejas asilvestradas vivan libremente en nuestros campos y bosques, pero también queremos que alguien se ocupe de preservar la diversidad de la vida. Queremos animales bien tratados, no explotados, atendidos como si fueran seres humanos, pero queremos disponer de una ingesta masiva de proteínas de origen animal, producida industrialmente en fábricas de carne hormonada donde los animales son esclavos torturados desde que nacen hasta que mueren. Queremos sentirnos los mejores, pero poder portarnos como lo peor cada vez que nos conviene. Queremos políticos decentes, sensatos y trabajadores, pero votamos políticos indecentes, insensatos y vagos. Queremos una sanidad pública que se ocupe de resolver todas nuestras dolencias, y de hacerlo ya, pero también queremos comer lo que nos dé la real gana, fumar, dormir poco, vivir atropelladamente y practicar deportes desde el salón. Queremos que nuestros hijos suelten el móvil y lean o vean buen cine, y no vídeos ignorantes de Youtube, pero nos pasamos el día pegados al móvil, chateando sin freno y repartiendo memes por los teléfonos de los otros como si fueran regalos. Queremos adelgazar, pero comemos más de la cuenta. Y ahorrar, pero gastamos todo lo que tenemos y más. Queremos que el Gobierno pague sus deudas, nos cobre menos y preste más servicios y lo haga mejor. Queremos trabajar menos y ganar más, viajar para conocer mundo, pero pasando la mayor parte del tiempo en habitaciones de hotel y en calles comerciales clónicas a las nuestras. Queremos que se apueste por la cultura, se nos ofrezca cultura, pero los teatros están vacíos y los cines solo se llenan con películas de superhéroes, sexo, matanzas y efectos especiales. Queremos periódicos independientes del poder, decididos a denunciar los abusos e injusticias, pero queremos no tener que gastar un solo duro en mantener esa independencia. Queremos televisiones que nos informen, nos formen y nos entretengan, pero vemos en masa "realities" decadentes, mezquinos o directamente repugnantes.

 

Y -sobre todo- queremos que los demás nos quieran.

 

 

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