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Rajoy, dos a cero

Francisco Pomares

 

No existía la más mínima duda de que Rajoy iba a ganar el Congreso del PP. Ni siquiera de que el respaldo a su liderazgo por parte de los compromisarios de su partido sería unánime. En ausencia de su exmentor Aznar, Rajoy consolida el único liderazgo político hoy indiscutido en un parido español, y además remata la faena con una ejecutiva en la que ha colocado exactamente a quienes quería colocar, y de la forma que quería hacerlo. El PP sale de su Congreso en la Caja Mágica de Madrid más partido de Gobierno, más unido en torno a la figura del gallego, y más seguro de que es el partido mejor colocado y más respaldado por los ciudadanos españoles. Hace tan solo un par de años nadie daba un duro por Rajoy y por un PP que acumulaba sobre sus espaldas una abracadabrante sucesión de "bárcenas", "gürtels", "púnicas" y "tarjetas black". No es que el Congreso haya salvado al PP de su pasado, que sigue existiendo y muy presente para gran parte de la ciudadanía española, pero -desde luego- ha limpiado la imagen de Rajoy y lo presenta ante los suyos como el único dirigente capaz de evitar que el desastre consuma al PP y al país.

 

Uno a cero pues, para Rajoy en su propio Congreso. Y dos a cero -para Rajoy también- en la Asamblea Ciudadana de Vistalegre II, donde Pablo Iglesias ha logrado imponerse no ya como secretario general -en eso le apoyaban hasta los de Errejón-, sino ganando en los cuatro documentos políticos gracias al apoyo de la mayoría de los 155.000 afiliados de los círculos -de un total de 456.000- que participaron en las votaciones de esta asamblea. Como resultado de esas votaciones, la nueva dirección de Podemos, en la que antes estaban prácticamente empatados "pablistas" y "errejonistas", pasa a ser controlada por Iglesias, con casi el 60 por ciento de los cargos de la dirección (37 puestos), frente al 37 por ciento afines a Errejón (23 puestos), y una exigua participación -dos miembros- del sector anticapitalista, que antes no participaba en la dirección. Con esa distribución de fuerzas, que supone una derrota rotunda de Errejón -visible ayer en el rostro agitado del aún número 2 de Podemos-, es previsible que se produzcan cambios importantes en la dirección política y parlamentaria del partido. La retórica de la Unidad, agitada desde las gradas, y utilizada por Monedero para presentar a Errejón -"Iñigo, así no"- como un político ambicioso que buscaba disputarle a Iglesias el poder con malas artes, dará probablemente paso en los próximos meses a una purga de los partidarios de la "transversalidad" errejonista, de cambios de chaqueta y de trasferencias de miembros de la dirección al equipo del líder indiscutible. Nada nuevo en la tradición histórica de la izquierda radical.

 

Dos a cero, entonces: Rajoy ha ganado en la Caja Mágica, pero también en Vistalegre: en su congreso se ha hecho con un partido para mantenerse en el Gobierno. En la asamblea de Podemos ha ganado la izquierda comunista y su estrategia. Ha ganado un dirigente -Pablo Iglesias- que no quiere alianzas para desplazar al PP del Gobierno y poder cambiar las cosas desde el poder. Ha ganado un político que lo que quiere es el "sorpasso", ser la mayoría en la oposición. Algo que a Rajoy -que es la mayoría en el Gobierno- le viene muy bien.

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