Canarias al borde del abismo en enfermedades mentales
Según el Ministerio de Sanidad, el Archipiélago es la segunda CCAA con más prevalencia de trastornos mentales detectados
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas sufrirá algún trastorno mental a lo largo de su vida. Canarias súpera esa proporción. Según los datos de 2022 del Ministerio de Sanidad, es la segunda Comunidad Autónoma donde más gente es diagnosticada con algún problema de salud mental en atención primaria. Hasta un 31,1% de los habitantes de las Islas fueron diagnosticados con depresión, ansiedad, psicosis, trastorno adaptativo, trastorno obsesivo compulsivo o fobia. Eso es 11,6 puntos más que la media nacional, solo superada por Comunidad Valenciana. Además, según la última Encuesta de Salud elaborada por el Instituto Canario de Estadística (ISTAC) el 33% de los canarios mayores de 16 años se sienten deprimidos o ansiosos.
De hecho, la autopercepción de la salud mental de los canarios no ha parado de empeorar con el tiempo. En 2009, el 21,64% de los mayores de 16 años manifestaba sufrir de ansiedad o depresión. Para 2015, esa aumentaba hasta el 25% de la población y en 2021 se disparó hasta el 33%.
La falta de salud mental también puede degenerar en otras patologías como, por ejemplo, el insomnio. De hecho, un estudio del 2005 publicado en la revista Vigilia-Sueño revela que el 90% de los pacientes con episodio depresivo mayor sufren insomnio. Esto es especialmente relevante si tenemos en cuenta que en la fase de sueño profundo se activa el sistema glinfático que ayuda a “limpiar” el cerebro de proteínas neuronales como la alfa sinucleína o la proteína tau cuya acumulación se ha relacionado con la aparición de enfermedades neurodegenerativas.
Para Antonio Hernández, antiguo docente -actualmente jubilado- de Psicología Evolutiva de la Universidad de La Laguna, las causas de este malestar social son múltiples y tienen que ver con el empeoramiento del nivel de vida. Algunas de esas causas son: las consecuencias de la pandemia de la Covid, el aumento de conflictos bélicos alrededor del mundo –que también afecta a población de países no directamente involucrados-, la inseguridad generada por la crisis climática o el encarecimiento del coste de la vida.
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Sin embargo, Hernández también aclara que se debe diferenciar entre malestar psicológico y malestar social. “Aunque es verdad que, en ocasiones, ambos sufrimientos están relacionados, los trastornos psiquiátricos suelen tener un origen combinado de factores biológicos y ambientales mientras que el malestar social se debe a la degeneración de las condiciones de vida. Este último no supone una enfermedad, aunque conlleva sufrimiento e incluso necesidad de apoyo. No es lo mismo tener depresión que pasar por un sentimiento depresivo pasajero.”
Eso no significa que ambos malestares no estén ligados. De hecho, la encuesta de salud mental del ISTAC indica que la salud mental va empeorando conforme se va bajando el escalón social. En la clase más alta –a la que pertenecen directores y gerentes de empresas con más de diez asalariados-, el porcentaje de personas que presentaba un posible trastorno psiquiátrico era del 19,14%, siendo el 7,55% de la población la que tenía más posibilidad. Mientras, la clase más baja –la de los trabajadores no cualificados-, revelaba un porcentaje del 32,56%, siendo el 18,8% de esta la que tenía más posibilidades de sufrir un trastorno.
Además, según datos del Plan de Salud Mental de Canarias (2019-2023), los trastornos psicológicos afectan más a las mujeres de las islas. En el 2016, alrededor del 56% de los pacientes de las Unidades de Salud Mental eran mujeres. Es pertinente aclarar que el porcentaje de mujeres atendidas aumenta con respecto al de los varones conforme aumenta la edad. En las franjas de edad más jóvenes, son los hombres los que sufren más problemas de salud mental.
Para hacer frente a este problema, el investigador ha recordado que la atención al sufrimiento psíquico “ha ido variando desde la segunda mitad del siglo pasado, desde el internamiento institucional, hacia el tratamiento ambulatorio y la perspectiva comunitaria” y que en dicha dirección existen dos ámbitos esenciales: el ámbito municipal y el ámbito escolar.
“La escuela es un ámbito imprescindible para prevenir la aparición de trastornos psiquiátricos y para mejorar el bienestar emocional de la infancia y la juventud. Las instituciones y la sociedad deben darle apoyo a la comunidad educativa para que puedan ayudar al alumnado a crecer saludablemente, aprender y fortalecer las relaciones sociales sanas”, valoró Hernández.
Al respecto, tanto Comisiones Obreras como el Colegio Oficial de Psicología de Tenerife han pedido en tiempos recientes la introducción del psicólogo educativo en los centros de las islas ante el aumento de casos de problemas mentales y abuso de psicofármacos en las aulas canarias.
En cuanto al ámbito municipal, Hernández valora que una mayor implicación de los agentes sociales para hacer frente al malestar cultural. Tanto la administración como la ciudadanía deben trabajar juntos para mejorar la sociedad. “Se necesitan unos gobernantes sensibles y una población activa políticamente, dispuesta a demandar cambios y a movilizarse”. Por ejemplo, "debería haber un mayor compromiso de la sociedad y el personal universitario a la hora de demandar más y mejores profesionales, entre los que se encuentran los profesionales de Psicología”.
De hecho, la reducida cifra de psicólogos públicos en los centros de Atención Primaria del Archipiélago ha sido denunciada en múltiples ocasiones. Esta falta de personal especializado obliga, en muchas ocasiones, a recurrir a medicamentos como sustitutivo de la ayuda profesional y no como complemento. Según los últimos datos del ISTAC un 24% de la población de las Islas consume ansiolíticos y antidepresivos.
Sin embargo, para el experto en Psicología Evolutiva, esta necesidad de corresponsabilidad social para mejorar la sociedad contrasta con el empeoramiento de las propias relaciones interpersonales fruto del propio malestar social. Un ejemplo de esa apatía política de la ciudadanía se puede ver en algunas de las últimas elecciones que se dieron en Canarias.
Por ejemplo, las últimas Elecciones Generales tuvieron un nivel de participación en la Comunidad inferior al 60% cuando la media nacional fue de poco más del 66%. Además, en las últimas elecciones al Parlamento de Canarias solo votaron un 52% de los canarios. A nivel de las elecciones municipales del año 2023, Canarias en su conjunto tampoco superó el 60% de participación, pese a que hubo municipios que sí que lo hicieron. En este sentido, especialmente preocupante fue el caso de los municipios de Arona y Adeje en el sur de Tenerife donde, respectivamente, hubo una abstención de voto del 61, 26% y del 58, 49%.
