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Desconcierto y desconfianza

 

Después de más de un año, golpeados por una pandemia vírica, sólo nos han dado la esperanza de volver a retornar al pasado, con distintas vacunas que, de forma precipitada, se han situado en el epicentro de nuestras vidas, para vencer o atenuar las aplastantes consecuencias que el Covid19 está generando en la población mundial. Pero las noticias que cada día se difunden, en referencia a la seguridad de las vacunas, están creando un clima de desconcierto y desconfianza, sobre todo, la vacuna anglo- sueca, AstraZeneca, ahora con otro nombre, lo que aumenta más el miedo y la sensación de hallarnos en una situación de espejismo que agrava la impotencia. Es como si nos abandonaran a la suerte de cada uno y “sálvese quien pueda” . No seré yo quien arrebate la esperanza para salir de esta crisis sanitaria, todo lo contrario, intento plasmar que el sentido común debe ser la hoja de ruta, a pesar del cuestionamiento crítico sobre la ruta oficial con tantos cambios y maquillaje estadístico que ahonda la incomprensión y aumenta la confusión entre la población. Se nos dice, se nos machaca que los beneficios superan posibles efectos secundarios, como cualquier otro medicamento. Evidentemente, con sus luces y sombras, la mayoría de la población acepta vacunarse y opino que al no haber alternativa de elegir la marca de la vacuna, no nos queda otro remedio que aceptar las directrices que imponen las autoridades sanitarias. Lo que está en juego es la protección de la posibilidad de contagiarnos del virus en cuestión, independientemente de la justificada desconfianza que está produciendo las noticias sobre la vacuna anglo-sueca, a pesar que se informa que los riesgos individuales son mínimos y aislados.

 

Lo que también está preocupando profundamente es la cuestión económica que ya está creando problemas de hondo calado. Corresponde a los gobernantes diseñar las directrices a seguir en el nuevo escenario, con un modelo de sociedad que será distinto, cuando se normalice la situación sanitaria. Un modelo económico nada excluyente y que sirva para los que más sufren, entre los que hay que incluir a los autónomos y empresas, para que el empleo vuelva a fluir y la economía se estabilice.

 

Tenemos que aprender de la “crisis financiera provocada” que afectó a millones de personas, por eso digo, que la clase dirigente política no puede dar la espalda a una sociedad civil que ya está pidiendo medidas urgentes para atenuar una realidad que no se resuelve con más presión fiscal y otras medidas que erosionan los mecanismos de cohesión y equidad. Vigilar que los bancos y financieras, muchos de ellos rescatados con dinero de todos, tengan privilegios y de forma unilateral nos estrangulen con comisiones y otros desmanes en contra de los ciudadanos y empresas.  

 

Solo espero que el desconcierto y la desconfianza vayan desapareciendo, con información transparente y menos confusa. Y que pronto podamos reconstruir nuestras vidas con cierta dignidad y, sobre todo bienestar, en todos los ámbitos.

 

Porque el desconocimiento, las decisiones cambiantes y la desinformación, están causando efectos adversos y trastornos psicológicos y de ansiedad…

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