Se intensifica el control migratorio
Ya en mi anterior entrega planteaba la complejidad de la cuestión migratoria, sobre todo en Canarias, por el alto incremento de llegada de cayucos, pateras o lanchas, con personas procedentes de África subsahariana, aunque el punto de salida está establecido en la costa del Reino de Marruecos, donde se organizan los viajes, y que suelen cobrar entre 1.500 a 2.000 euros por inmigrante. Un suculento negocio para las supuesta mafias de tráfico irregular, conociendo la desesperación de miles pobladores, en países con gobiernos corruptos y donde predomina la miseria, desastres naturales y el hambre. Es decir, que los inocentes inmigrantes pagan lo que sea para encontrar un mejor futuro, migrando hacia Canarias y Europa Occidental. La África subsahariana tiene muchas riquezas que explotan determinadas potencias económicas, pero la desigualdad en la distribución de dicha riqueza, provoca que una gran parte de su población se vea obligada a emigrar al percatar pocas esperanzas en sus propios países.
Pero como ya exponía en mi anterior artículo, las Islas Canarias, con todos sus problemas e incertidumbre económica, no pueden dar respuesta a las miles de personas que están llegando, de forma irregular e ilegal, a sus costas. Tampoco como una comunidad autónoma, puede intervenir para resolver los conflictos bélicos, hambrunas y miserias.
En Lanzarote, me consta, los esfuerzos de la Policía Nacional y Guardia Civil para obtener información y intensificar el control migratorio y más ahora con la pandemia del Covid19 que padecemos. Es decir, sus acciones van encaminadas a impedir que puedan entrar en la isla, sin ser detectados los ocupantes de las pateras y no se pueda saber si están contagiados con el Coronavirus Covid19 u otras infecciones víricas y bacteriológicas. Este contexto es importante para que los servicios sanitarios puedan hacer las pruebas pertinentes para impedir que se pueda expandir los virus. La participación de la Cruz Roja, Policía Local y Servicios de Emergencias también juegan un papel importante ante el flujo migratorio, incrementado en los últimos meses al archipiélago canario.
Mi narrativa sobre las tragedias humanas es comprensible y solidario, pero, ya en mi anterior entrega decía que hay que ir al fondo de la cuestión y evitar, por todos los medios, el “efecto llamada”. Porque además de los sobreesfuerzos de todo el personal que tienen que actuar cuando llegan las pateras y acondicionar zonas para su estancia, dormitorios y comida, mi posición es de pragmatismo y realista. El Gobierno Español y la propia Unión Europea tienen que frenar urgentemente el alto incremento de llegada del flujo migratorio a una región ultraperiférica de la U. E. que tiene como locomotor económico el turismo. Cualquier rebrote de la pandemia vírica en las islas, sería catastrófico para todos los canarios y residentes. Y no estoy hablando de forma baladí, porque el grave riesgo está latente el que pueda producirse en el archipiélago. La realidad no se puede enmascarar y no podemos esperar a que la situación se convierta en irreversible para actuar. Hay más de 40 Estados al sur del Sáhara, con millones de habitantes, que buscan alguna esperanza en sus vidas. Pero Canarias tiene la obligación de cerrar sus fronteras marítimas y huir de discursos “solidarios” porque nuestra comunidad, en principio, está en un momento de impulsar de nuevo el bienestar de sus habitantes y ofrecer la máxima seguridad en todas las islas, en los ámbitos, sanitarios y policiales. Cualquier contratiempo y una vuelta al confinamiento, los estragos no hacen falta ni exponerlos.
Cuando hablo de blindar las costas canarias, me refiero, al margen del derecho marítimo, es de impedir que las lanchas y barcos entre en aguas canarias, que según parece, los inmigrantes son traspasados a cuyucos para arribar a las islas. Estas acciones solo lo puede hacer la Armada Española, en colaboración con el Gobierno de Rabat. Al margen de otras acciones que corresponde a las autoridades marroquíes de controlar los puntos de salidas. Pero para ello se exige negociaciones del Estado Español y la Comisión Europea, para que el Reino de Marruecos actúe con la contundencia que se requiere en esta compleja situación marítima y de tránsito ilegal.
Más allá del plano económico, está el sanitario, con una pandemia global y esto sí que puede tener consecuencias irreversibles, sobre todo si, por desgracia, la epidemia se expande y los medios de comunicación españoles y europeos difunden la información, de forma sensacionalista, con titulares llamativos que afectarían directamente a la buena imagen turística de Canarias. No podemos permitir que esto suceda. Solo estoy advirtiendo y, más ahora, cuando estamos despegando y abriendo las puertas al turismo. En este nuevo escenario, los desafíos para el presente y futuro tienen que contar con proyecciones prometedoras. Para que los viajeros-turistas depositen de nuevo su confianza en las Islas Canarias.