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Las alternativas al turismo son escasas y da miedo

 

La situación social y económica se vuelve cada vez más complicada en el archipiélago. La tercera ola de la pandemia ha venido a traernos más miedos, sanitarios y económicos.

 

Los jóvenes pierden parte de la alegría al complicarse las relaciones sociales, los adultos pierden su alegría al no poder acceder a sus puestos de trabajo, los mayores pierden su alegría aislados en casas donde cada vez se caen más encima las paredes.

 

Los autónomos y empresarios llevan ya casi un año capeando el temporal, pero este desilusionante 2021 no ha traído de momento alegrías, más bien muchas penas y el añadido de que ahora se ve lejos el final de todo esto.

 

Pero lo peor puede estar por llegar. La finalización de los ERTES dejará la foto fija final del estado de las empresas, habrá que comenzar a trabajar, y los ritmos serán otros, muy lejos de la situación pre covid. El empleo sufrirá mucho.

 

Ante esta perspectiva, las alternativas a la industria turística no parece que puedan generar muchas alegrías. El sector primario está desmantelado, pero aunque funcionara es insuficiente para generar incidencia alguna en el PIB insular. La ganadería, la pesca o la agricultura hace mucho que son anécdotas sin el refuerzo del turismo.

 

¿Y a donde vamos?

 

Los funcionarios, que son bastantes, pueden tener de alguna forma cierta tranquilidad, ya que su mundo es bastante estable en relación a capacidad adquisitiva-nivel de vida. En este sentido si que puede ser un nicho laboral interesante para cualquier joven con cierto grado de formación. Lástima de que no hay oposiciones o plazas para todos.

 

El resto, el que no sea político o tenga 5 apartamentos, puede de la noche al día ver peligrar sus ilusiones, sus esperanzas… sus planes pueden ir pasando por delante mientras el mundo sigue girando implacable.

 

Hay gente a la que se le ocurren cosas para ayudar, pero la manada suele ser implacable, exterminadora, dañina.

 

En este sentido en Fuerteventura se proponía estos días un proyecto diferente a llenar de camas y hoteles la costa. Un proyecto de creación de empleo tecnológico y de calidad, pero no tiene buena pinta la cosa. Seguramente acabe en otro sitio, pero los jóvenes, adultos y ancianos no lo notarán. Seguirán en el tedio. Los políticos si podrán ir a verlo, hasta les mandarán invitaciones, ya lo verán.

 

Ellos no pasan miedo.

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