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El Puchero: alma gastronómica de las Fiestas del Rosario en Fuerteventura

El día del Rosario en la capital se funden familias y tradición en un plato imprescindible

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Con carne de cabra o macho de costa, cada año las Fiestas en honor a Nuestra Señora del Rosario no serían lo mismo sin uno de los momentos más esperados,  la degustación del puchero tradicional majorero. Este guiso, más que un plato, es símbolo de comunitarismo, memoria colectiva y sabor local.

     

    Este puchero no se limita a una comida más; es un ritual: familias, vecinos, amigos se reúnen en plazas o espacios públicos, alrededor de calderos humeantes, compartiendo una comida cuyo aroma anuncia el fin de fiesta y el amor por el producto de cercanía.

     

    El puchero majorero, tal como se degusta en estas fiestas, combina ingredientes que reflejan la tierra y la historia de la Fuerteventura, como la carne de cabra o macho de costa, verduras variadas (col, calabaza, calabacines, zanahorias, etc, papas, habichuelas, batata, y fundamental, los garbanzos.

     

    La cocción es prolongada, a fuego lento, para que los sabores se concentren. Es un guiso “de mañana”, que puede empezar desde primeras horas para que todo esté listo a la hora de la degustación colectiva.

     

    Además hay que acompañarlo todo con hierbas tradicionales como laurel, tomillo, “hierba huerto” u otras de uso cotidiano en la isla .

     

    El ritual para servir el puchero camina acompasado de una exquisita sopa cargada de todo el sabor de lo anteriormente citado, y ya en la segunda hornada se sirve todo el producto mencionado a gusto del consumidor.

     

    El puchero se convierte de esta forma en un reencuentro social y familiar donde todos se unen en una mesa, generaciones diversas alrededor de una matriarca que generalmente es depositaria del sabor de generaciones.

     

    El puchero en las Fiestas del Rosario de Fuerteventura no es solo un plato más: es memoria, comunidad, identidad. Cada cuchara contiene historia, sabor y la posibilidad de reencontrarnos con lo que somos como pueblo majorero.

     

    En una época donde muchas tradiciones  de la isla se ven amenazadas por la globalización y los cambios en los modos de vida, el puchero festivo actúa como puente entre generaciones, reafirmando que celebrar juntos lo auténtico tiene un valor incalculable.

     

    El tumbo: el tesoro del día después del puchero majorero

     

    Cuando el calor del caldero del puchero majorero ya no arde en las manos y la plaza o la casa se ha llenado de risas, historias y comunidad, queda algo más que el recuerdo: queda el tumbo. Ese plato que revive lo que queda de la olla al día siguiente, con otro sabor, otra textura, y casi otra ceremonia.

     

    El tumbo es el nombre que se da en las Islas Canarias, especialmente en Fuerteventura y Gran Canaria, a los restos del puchero —caldo, carnes, verduras, legumbres— que se guardan, reposan y se consumen al día siguiente.

     

    No es simplemente recalentado: es una transformación. En ese reposo, los sabores se mezclan más, los jugos se concentran, algunos ingredientes se ablandan más, otros pierden algo de firmeza, pero el conjunto adquiere una profundidad especial. Los cocineros mayores lo afirman: muchas veces prefieren el tumbo al propio puchero del mismo día.

     

    Feliz día del Rosario y a disfrutar de la gastronomía, la familia y los amigos.

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