Un adiós que duele: fallecen Jorge Martínez y Robe Iniesta
48 horas fatídiicas en las que se van dos gigantes del rock en español
Las últimas 48 horas han entrado en la historia de la música en español teñidas de luto: han fallecido dos leyendas del rock que marcaron generaciones con su voz, su rebeldía y su poesía. Primero se apagó la voz de Jorge Martínez, alma de Ilegales. Y apenas unas horas después, se confirmó la muerte de Robe Iniesta, líder de Extremoduro, voz profunda de las angustias, las heridas y la redención.
Jorge Martínez falleció el 9 de diciembre de 2025, a los 70 años, tras semanas ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias, donde luchaba contra un cáncer de páncreas que le forzó a cancelar la gira de presentación de su decimotercer álbum, Joven y arrogante.
Desde comienzos de los 80, Martínez fue la voz, la guitarra y la actitud de Ilegales. Con su cráneo rapado, mirada desafiante y letras que gritaban sin tapujos, construyó himnos como "Tiempos nuevos, tiempos salvajes" o "Yo soy quien espía los juegos de los niños", canciones que atravesaron generaciones con rabia, ironía y un pulso implacable.
Decían de él que hablaba sin filtros, sin miedo a ser políticamente incorrecto, y que su rebeldía era honesta. “Me han llamado loco en muchas ocasiones —decía—, pero he logrado sobrevivir a todos los locos que he sido.” Ese punk-rock visceral, áspero, consciente, convirtió a Jorge en una figura imprescindible del rock en español. Mucho más que un cantante: un símbolo de postura, de inconformismo. Su partida deja un hueco que difícilmente podrá llenarse.
Tan solo unas horas después, la madrugada del 10 de diciembre de 2025, se confirmó la muerte de Robe Iniesta, de 63 años. Su agencia difundió un comunicado donde anunciaba que asistíamos a “la nota de prensa más triste de nuestra vida”. No se han aclarado públicamente las causas del fallecimiento.
Robe no nació en la comodidad: su juventud fue errante, recuperando sueños con alquimias de rock, poesía y vida marginal. Con su voz grave, su guitarra sucia, sus letras al filo de lo íntimo y lo salvaje, fundó en los años 80 Extremoduro, grupo que cambió la cara del rock en España. Álbumes como Agila (1996) o La ley innata (2008) no solo son discos: son confesiones, heridas abiertas, himnos de esperanza, rabia y redención. En ellos, Robe convenció de que el rock podía ser poesía, podía ser tan crudo como una herida, tan cierto como un latido.
Su nota de despedida, cargada de emoción, destaca su dimensión: “el último gran filósofo, el último gran humanista y literato contemporáneo de lengua hispana”. Así lo recuerda su entorno, así lo recordamos hoy muchos. Su voz fue sinónimo de verdad, rebeldía, y una sensibilidad capaz de romper silencios.
