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A vueltas con la paridad

El sistema electoral canario, puesto en contexto con siete realidades insulares aisladas, y cada una de ellas con problemas y razones diferentes a las demás,  se está convirtiendo en una auténtica pesadilla de intereses. Es importante, por supuesto, el interés de los votantes. Y, en ese sentido, la razón máxima de 1 persona 1 voto parece una argumentación sin fisuras.

 

Pero somos siete realidades diversas, con siete problemáticas diferentes.

 

Los padres del Estatuto encontraron con la fórmula de la triple paridad una manera de equilibrar parte de la problemática histórica de este territorio fragmentado. Así, con un primer equilibrio de 30 parlamentarios para cada una de de las provincias, serían 15 parlamentarios para cada isla central  y 15 para el conjunto de las islas periféricas de cada provincia.

 

Las realidades demográficas, y los topes electorales para acceder al parlamento (del 30% insular y del 6% regional), hacen que el cóctel Molotov esté servido, y sobre todo en las últimas elecciones,  donde varias fuerzas políticas emergentes y no tan emergentes vieron ninguneadas sus “legítimas” aspiraciones a más representación parlamentaria. En este sentido no hay que olvidar el” sangrante caso” de la Agrupación Socialista de la Gomera de Casimiro Curbelo, que con 5.090 votos consigue 4 escaños.

Pero somos siete realidades diferentes, con siete problemáticas diferentes.

Los partidos de la periferia no quieren verse diluidos en relación a los “números puros y duros” y los partidos emergentes, y no tan emergentes, de las islas centrales no quieren que sus “números” no se vean fuera de la representación parlamentaria.  

Para Fuerteventura la triple paridad ha sido la forma de salir de una realidad de caciques y representación delegada en los “señores” de la capital de provincia. En Fuerteventura, la lucha comenzó con un señor que se encaminó por toda Canarias hace ya cien años en busca de una mejora de las condiciones y la representación. La búsqueda de Manuel Velázquez y su plebiscito nos hizo más iguales a todos los canarios.

 

La realidad majorera no hubiera podido cambiar si el peso político de nuestros siete diputados no hubiera podido hacer “fuerza” en el Parlamento por los problemas insulares. Aún hoy, la isla presenta serias deficiencias. Pero no podemos imaginar, desde esta humilde Editorial, qué ocurriría si los actuales representantes de la voluntad popular isleña se vieran disminuidos por las ansias de partidos que ocupan sitio por oleadas o por modas sin importarle la representación en toda Canarias.

 

100 años después no podemos ni debemos dejarnos avasallar. Fuerteventura hoy día supera en habitantes a La Palma, y tiene menos diputados, pero aquí nadie ha planteado que sea una injusticia, aquí la lucha es por el interés general, porque somos siete realidades diferentes, con siete problemáticas diferentes.

 

PD. Esto es lo que nos quieren dejar:

Ustedes verán. Modificando la Ley Electoral para aplicar el criterio de población, y fijando un mínimo de diputados por isla según el artículo 152.1 de la Constitución, tendríamos lo siguiente:

 

- 2 diputados por isla: 14 escaños ya asignados.

 

Y si distribuimos 2'1 millones de habitantes entre los 46 escaños restantes, lo que nos da un cociente de 46.000 habitantes por escaño, la asignación final de escaños sería:

 

- Lanzarote: 5 (8 actualmente)

- Fuerteventura: 4 (7)

- Gran Canaria: 21 (15)

- Tenerife: 22 (15)

- La Gomera: 2 (4)

- La Palma: 4 (7)

- El Hierro: 2 (4)

 

En resumen, con el actual sistema 30 diputados procedentes de las islas no capitalinas, con el nuevo sistema, 17. ¿Es eso lo que queremos?

 

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