Canarias, la comunidad con más desigualdad social del estado
La clase media comienza a desaparecer en un contexto de bajos salarios y nula redistribución de la riqueza
Las Islas Canarias están a la cola en cuanto a comunidades autónomas en cuanto a equilibrio e igualdad social, solamente superadas en el estado español por las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
La situación se torna complicada con las casi nulas posibilidades de mejoras sociales o laborales en un archipiélago sumido en la tristeza del monocultivo del turismo y los servicios. Un 36% de la población está en riego de pobreza.
La renta media en Canarias es de 10.116 euros al año, menor a la renta media a nivel estatal. El empleo y la educación no son por sí solos elementos para reducir la pobreza. “El hecho de tener empleo (a no ser que sean empleos dignos) no supone que una persona vaya a salir de la pobreza”, explica Fernando Rodríguez García, vicepresidente de EAPN Canarias.
La desigualdad en números
España es un país rico donde existe de forma generalizada la pobreza. Esta fue la conclusión a la que llegó el relator de la ONU especializado en esta materia cuando visitó la península hace algo más de tres años, justo antes de la llegada del coronavirus. Los datos, efectivamente, muestran con nitidez un problema cronificado que sitúa a España como el cuarto país con más desigualdad de Europa y como uno de los que cuenta con las políticas públicas más regresivas del mundo desarrollado.
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Pese a esto, no todas las comunidades del país sufren con la misma intensidad esa asimetría económica, que se replica tanto en regiones ricas como en las más pobres y que no solo tiene que ver con el nivel de renta general del territorio. La estacionalidad del empleo, los bajos salarios, las medidas fiscales regresivas o la ausencia de servicios son algunos de los factores que determinan la desigualdad de una región y su redistribución de la riqueza.
En este sentido, España se encuentra dividida por una diagonal que atraviesa el país de suroeste a noreste y que muestra dos realidades distintas en materia de inequidad: de un lado, la que viven Canarias, Castilla-La Mancha, Madrid y todas las comunidades que ocupan el litoral mediterráneo, donde la desigualdad es más pronunciada que en el resto de regiones del norte —a excepción de Asturias—, Castilla y León, Extremadura y Baleares.
Especialmente acentuado es el caso de los territorios más periféricos, como Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde las tasas de exclusión también son especialmente altas y el cociente S80/S20 se mueve muy por encima de la media nacional, de 6,2 puntos. Este índice se calcula dividiendo la renta del 20% más rico entre la del 20% más pobre. Así, el quintil de población más pudiente de Melilla es capaz de acaparar 14,1 veces más riqueza que el quintil más desfavorecido, mientras que en Ceuta esta cifra llega a 9,5.
En Andalucía, por su parte, el desempleo endémico —el más alto del país si se exceptúan las ciudades autónomas— mantiene a una parte significativa de su numerosa población con pocos o ningún ingreso, empujando la brecha de desigualdad a uno de los niveles más altos del país.
También destaca la situación de Madrid, que tiene un cociente S80/S20 ligeramente superior a la media nacional y a la que otros indicadores de desigualdad sitúan como una de las zonas de Europa con mayor segregación educativa. La región, la más rica del país y hogar de la capital, mantiene desde hace años un modelo fiscal cada vez más regresivo, especialmente beneficioso para las grandes fortunas y las capas más enriquecidas.
En el lado contrario, Cantabria y Aragón mantienen el cociente S80/S20 más bajo del país, con valores inferiores a los cinco puntos. Al igual que Madrid, ambas comunidades están entre las más ricas y cuentan con tasas bajas de paro y pobreza, pero su redistribución de la riqueza es mucho más equitativa.
