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Los robots y la tecnología ¿nos van a quitar los trabajos? (y IV)

Autor: Francisco Rubio Royo
Miembro del Consejo Asesor del Centro Atlántico de Pensamiento Estratégico

 

En esta cuarta, y última, reflexión de la serie se abordan dos aspectos y una conclusión: 

a. Trabajos en los que las personas, con la perspectiva actual, no serán sustituidos por robots, la automatización o el software.
b. La solución está en conseguir que las personas estén, cada vez, mejor educadas y formadas;         ¿aunque con qué educación y formación?
a.- Los robots, ¿en qué trabajos no sustituirán a los humanos?
Aquí difieren los visionarios y los escépticos, los optimistas y los pesimistas. Como se vio ya existen trabajos que no se podrían realizar sin robots; ahora se trata de considerar qué trabajos o actividades no se podrían realizar sin los humanos. No obstante, “la situación más próxima será la de situaciones en las que humanos y robots trabajen juntos” (John Leonard, profesor de ingeniería del MIT). El peligro de una sustitución masiva en el trabajo todavía está lejos.
Se trata de identificar cualidades humanas, que no parece que los robots puedan incorporar; actividades que requieren aspectos del comportamiento humano, difícilmente sustituibles; ellas marcarán la educación y formación por la que se debería apostar.
Son cualidades tales como: la creatividad, imaginación, intuición, improvisación, capacidad de sorprender, excitación y relaciones emocionales que se crean en un entorno, gestión relacional, sociabilidad, percepción y manipulación complejas, innovación, capacidad de sorprender, lenguaje no verbal, destrezas físicas, plantear preguntas más que dar respuestas, etc …., en general las asociadas al hemisferio derecho del cerebro.
Serán actividades asociadas a: las artes creativas, deportes profesionales, ciertos aspectos de la salud y medicina, educación (cambiando el rol de los profesores), aportar garantías de seguridad no susceptibles de automatizar, construcción y programación de las propias máquinas, tomar decisiones jurídicas y políticas, nuevas actividades que emergerán y de las que no somos conscientes, etc …..; aunque hay algunas de ellas que ya se ponen en duda. No parece razonable pensar que “las computadoras, inteligencia artificial, y el software lo podrán hacer todo”, como ya afirman algunos pocos. Lo cierto es que en la mayoría de actividades ya hay que cambiar el paradigma, tal como se realizan en la actualidad.
b.- ¿Cómo lograr que las personas estén más y mejor educadas y formadas?
Lo importante es conseguir que todas las personas, y cada una de ellas, puedan desarrollar sus potencialidades humanas y cognitivas; y estar atentos a lo que está ocurriendo para que, con flexibilidad y facilidad al cambio, nos adaptemos continuamente a los que vayan apareciendo; de muchos de los cuales no somos, por el momento, conscientes. Porque, ¿se necesita la misma educación y formación para la 2ª o la 3ª revolución industrial (sociedad industrial), que para la 4ª o la 5ª (que hemos denominado sociedad del conocimiento)?. ¿Quiere decir que nada de lo anterior sirve ya? Cada lector tiene la respuesta.
Lo que es cierto en que, cada vez más, la educación va a ser tan importante (o más) que la formación; sobre todo si ésta se orienta a la mera adquisición de conocimientos. En la actualidad, en general, predomina la transmisión de conocimientos, de información, y la memorización, a la adquisición de competencias personales e interpersonales. Todo ello aderezado con la aparición y desaparición de nuevas profesiones, que no sabemos cuáles serán. En estas circunstancias (sin contar, además, con la crisis actual a la que van a seguir más), ¿tiene sentido preguntarse -y decidirse- qué carreras y orientaciones profesionales tienen “más salidas y opciones de empleo”?
Los responsables de tomar decisiones y los expertos, en cambio, se tendrán que preguntar en relación con la educación y formación: ¿para qué?, ¿con qué objetivos?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿por quién?, ¿dónde?, ¿con qué agentes? ¿cómo utilizar la tecnología, los computadores, el software, la inteligencia artificial etc. para lograrlo?, ¿se deben educar y formar a las personas como en tiempos de la fabricación en masa, en cadenas de montaje propios de la sociedad industrial más clásica y de la época de la Ilustración, o se necesita cada vez una mayor personalización y atención?, etc. Las respuestas incluirán establecer prioridades y dilatar el período de formación, para hacer posible la evolución de la educación y formación.
Muchas personas, cada vez más, reorientan su actividad y quehacer hacia ocupaciones que poco tiene que ver en lo que se graduaron (estudiaron), independientemente del nivel que tuviese éste (universitario o no universitario), en el sistema formal de educación y formación; y lo hacen bien y son felices. ¿Este cambio es más sencillo si primó la educación sobre la formación?
Nos da la impresión que se avecinan cambios profundos en la economía, modelos de desarrollo, estructura social, forma de ejercer las responsabilidades públicas, etc.
La situación requiere cambios en las personas y, sobre todo, en el sistema formal de educación y formación; preferimos centramos en la dimensión personal. En la tabla se incluyen, para reflexionar, algunos rasgos de la nueva situación.
Aprender a lo largo de toda la vida Aprender, desaprender, reaprender
Flexibilidad y disposición al cambio Aprender a aprender
Disponer de pensamiento crítico y capacidad de resolución de problemas reales. Conocer la “pasión” propia en la vida (qué me gusta, qué hago bien, y como se inserta ello en las necesidades y oportunidades de la sociedad. Esta “pasión” puede cambiar a lo largo de la vida.
Desarrollar capacidad creativa, emprendedora e innovadora Tener carácter, personalidad, actitud y valores
Saber comunicar y relacionarse Mostrar inteligencia social y gestión relacional
Saber inicialmente algo en alguna área de las establecidas (no mucho; lo necesario; y no orientado prioritariamente hacia la investigación). Esta situación es indispensable en las “carreras” más especializadas y profesionalizadas; que, además, se desempeñarán de forma diferente a la actual.

Epílogo
El futuro de Canarias está en las personas, que no serán sustituidas por los robots en sus trabajos; para ello se necesita una evolución en su sistema educativo y formativo, y la implicación y convencimiento de toda la sociedad en esta tarea.
En esta evolución se debe contar con los excelentes e implicados profesores y gestores que ya existen (algunos han perdido la ilusión, otros todavía no). Hay que contar con ellos para un cambio posible y real. Éste no se puede hacer, ni se debe, desde fuera del sistema si se quiere alcanzar.
En este proceso es indispensable disminuir las tasas de fracaso y abandono, de las más altas de España (a pesar de la evidente mejora), y éstas a su vez son de las mayores de la UE. Junto a ello, hay que recuperar e integrar a los que ya han abandonado el sistema formal, no saben qué hacer, y se encuentran en mayor o menor grado de marginación.
Las decisiones del Gobierno de Canarias -respecto a los cambios en la FP integrada, anunciadas por su Presidente en el debate del Estado de la Nacionalidad- indican que sí es posible el cambio. El modelo dual, adaptado a las singularidades de Canarias (economía, por el momento, de servicios) es una buena noticia, con el aprendizaje, emprendimiento y trabajo dentro de las propias empresas. Es bueno para las personas que se están formando y lo es para las empresas que se actualizarán, innovarán al llegarles sabia nueva. La buena noticia es que hemos comenzado a andar, ¿seguiremos haciendo camino?

 

 

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