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Ruido innecesario. Por José Cabrera

 

Voy a entrar en polémica porque creo que es necesario afrontar de frente el problema: debemos  reinventar nuestras fiestas populares. Debemos festejar sin causar ruido innecesario ni dolor; festejar con empatía hacia nuestros vecinos, nuestras mascotas y nuestra fauna silvestre. 

 

La vida es cambio constante, evolución. Las costumbres y los hábitos, lejos de ser rígidos, se  acomodan al paso del tiempo; siguen siendo nuestras tradiciones, pero nuestras tradiciones del  presente. ¿Es razonable hoy tirar un ser vivo de un campanario? En Manganeses de la  Polvorosa, pueblo de la provincia de Zamora, decidieron en 2002 cambiar la cabra viva por un  muñeco que simula al animal. Desde entonces celebran su costumbre sin causar daño al  caprino. 

 

La tradición en Fuerteventura, como en toda España, es que cada pueblo celebre sus fiestas con  un alarde de voladores. Sin embargo, el intenso ruido de estos fuegos artificiales causa daño,  mucho daño, a personas con sensibilidad acústica y con Trastorno del Espectro Autista (TEA), a  animales de compañía como perros y gatos y a la fauna silvestre. ¿Es necesario causar ese  daño para celebrar una fiesta con alegría? 

 

"Lo que para unos es sinónimo de alegría, para otros se convierte en una experiencia de  auténtico terror"

 

Lo que para unos es sinónimo de alegría, para otros se convierte en una experiencia de  auténtico terror. En España se estima que más de 450.000 personas tienen TEA, una cifra que  aumenta cada año, especialmente entre la población infantil. Solo en Canarias, más de 3.000  alumnos y alumnas presentan un TEA, y su presencia en las aulas no universitarias ha crecido  un 216% en menos de una década. Para muchas de estas personas, los ruidos repentinos e  intensos pueden desencadenar crisis de ansiedad, pánico y conductas de huida. La probabilidad  estadística nos dice que este trastorno del neurodesarrollo afectará a nuestros hijos o a los hijos  de nuestros vecinos. 

 

Un daño similar sufren las mascotas y la fauna silvestre. ¿Qué hace su perro o su gato cuando estallan los voladores? ¿Corren sin rumbo a esconderse? ¿Sufren taquicardia? ¿Pierden  pelaje?... Su audición, mucho más aguda que la humana, convierte lo que nosotros percibimos  como un estruendo en una auténtica tortura sonora. 

 

La tecnología, como nuestra tradición y nuestra costumbre, evoluciona y hoy existen alternativas  que permiten mantener la magia del festejo sin provocar el daño. Por ejemplo, la pirotecnia  silenciosa y el enjambre de drones. Representan un salto creativo hacia el presente. 

 

Ambos métodos son una realidad en numerosos municipios de España y de Europa, que han  apostado por unas fiestas más inclusivas y sostenibles. Es una cuestión de ética y de empatía hacia quienes no pueden expresar su sufrimiento, un cambio en la gestión de las fiestas  populares que ya late en muchas ciudades: luces sin ruido innecesario, celebración sin dolor.

 

Jose Cabrera es Secretario de Política Municipal, Sector Primario, Alimentación y Soberanía Alimentaria PSOE de Fuerteventura  

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