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El motivo por el que no desconectas ni durmiendo

 

 

Dormir no siempre significa descansar. Muchas personas se despiertan tras ocho horas de sueño con la sensación de no haber desconectado en absoluto, como si su cuerpo hubiese estado en constante alerta durante toda la noche. Esto es más común de lo que parece; tiene raíces fisiológicas profundas y está influido tanto por factores biológicos como por hábitos cotidianos que alteran nuestro sistema nervioso. Comprender las causas que impiden una desconexión real durante el sueño es el primer paso para revertir esta tendencia.

 

Tu sistema nervioso no sabe frenar

El sistema nervioso autónomo regula muchas funciones involuntarias del cuerpo, entre ellas la frecuencia cardíaca, la respiración y el estado de alerta. Dentro de este sistema, el sistema simpático se activa en situaciones de estrés o peligro, generando una respuesta de “lucha o huida”. En cambio, el sistema parasimpático favorece la relajación, la digestión y el descanso.

El problema aparece cuando ese equilibrio se rompe y, en lugar de desconectar por la noche, tu cuerpo sigue en modo vigilancia. ¿Y eso por qué pasa? A veces por el estrés acumulado, por cómo vives el día, o incluso por lo que comes o cómo duermes. Es una especie de desajuste que termina afectando mucho más de lo que creemos.

El cortisol, esa hormona que no sabe cuándo parar

El cortisol es una hormona fundamental en la regulación del ciclo sueño-vigilia. En condiciones normales, sus niveles alcanzan su punto más bajo durante la noche, permitiendo que el cuerpo entre en estados de relajación y reparación celular. Pero si has estado todo el día estresado, corriendo de un lado para otro, sin pausa mental, es probable que siga activo cuando te vas a la cama.

Eso se traduce en noches inquietas, sueños raros, muchos despertares y esa sensación de no haber descansado nada. La sobreexposición a pantallas antes de dormir, los horarios irregulares, la falta de actividad física y la sobrecarga de tareas mentales son algunos de los desencadenantes que promueven esta liberación descontrolada de cortisol.

Hábitos que impiden el descanso profundo

No hace falta que haya un gran problema para que tu sueño se vea afectado. A veces son pequeñas costumbres las que van sumando tensión:

  • Uso prolongado de dispositivos electrónicos: esa luz azul que emiten frena la producción de melatonina, que es básicamente la hormona que induce el sueño.
  • No parar mentalmente: si estás repasando tus pendientes del día o anticipando lo de mañana mientras te cepillas los dientes, tu cerebro no va a entender que es hora de relajarse.
  • Ingesta de estimulantes: el café, incluso varias horas antes de dormir, puede seguir dando vueltas en tu sistema.
  • Dormir en un entorno incómodo: colchón viejo, luces que se cuelan por la ventana, mucho calor… todo suma.

Apoyos naturales para calmar el sistema nervioso

Ante este escenario, algunas personas recurren a prácticas como la meditación, ejercicios de respiración, infusiones calmantes o baños calientes antes de dormir. Pero, también existen suplementos nutricionales que pueden ayudar a mejorar la calidad del descanso.

Uno de los más valorados en este sentido es el bisglicinato de magnesio. ¿Y esto qué es? Pues una forma de magnesio altamente biodisponible que se une al aminoácido glicina. Actúa como modulador del sistema nervioso central y favorece así la relajación muscular y la actividad nerviosa excesiva. Además, la glicina, presente en su estructura, es conocida por sus efectos sedantes suaves, ideales para preparar el cuerpo y la mente para el descanso nocturno.

Tomarlo de forma regular, sobre todo si lo combinas con otros buenos hábitos, puede favorecer a cómo duermes y cómo te sientes al día siguiente.

Crear una pequeña rutina para ir bajando el ritmo antes de dormir y cuidar lo que haces durante el día, puede ser justo lo que necesitas para que tu cuerpo se relaje.

 

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