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Un trabajo ejemplar

 

El jurado de los Premios Ondas decidió reconocer ayer a los Servicios Informativos de la Cadena Ser en Canarias, por la cobertura de la erupción del volcán de La Palma. El galardón se otorga por el “talento descriptivo, conocimiento del terreno y gran sensibilidad en el tratamiento de una catástrofe natural y humana” demostrada por los profesionales de la radio. Iñaki Gabilondo se sumó a las felicitaciones a Ser Canarias afirmando que “nunca había escuchado algo contado con tanta emoción, de tanta calidad, tan sincera y tan contenida”. También la Televisión Canaria fue galardonada por los premios Ondas, y felicitada públicamente por ello desde Ser Canarias, algo que –sin embargo- no ha ocurrido a la recíproca.

 

Si algo ha distinguido a la Ser, respecto a otras emisoras, dentro de la enorme cobertura informativa desplegada por los medios para atender la actualidad sobre el volcán de Cumbre Vieja, ha sido sin duda la capacidad de anticiparse a los efectos que iban produciéndose a medida que la lava avanzaba destruyendo todo a su paso. Eso, y contar de forma coral el impacto del volcán en la isla, abriendo los micrófonos a los testimonios de las personas afectadas, sin caer en el regodeo sensacionalista, la espectacularización o un tratamiento amarillista del daño sufrido y su brutal impacto en el estado de ánimo y la percepción de su difícil futuro por los palmeros.

 

Desde el primer momento, la Ser puso el foco en las personas afectadas por la erupción: la radio estuvo con los evacuados preventivos, acompañándolos en el desalojo de sus viviendas y en la precipitada recogida de sus enseres. Dio voz a quienes perdieron sus casas, abriendo el debate sobre la emergencia habitacional que se estaba produciendo. O anticipó el problema del abastecimiento de agua que se iba a producir por la interrupción de su canalización. A esas informaciones, siguieron las de los agricultores, cuando sus fincas fueron asoladas por la lengua de lava que envió al erte a centenares de trabajadores. Y los testimonios de pequeños empresarios que perdieron sus negocios: desde la tienda de aceite y vinagre de toda la vida, a cuyo dueño se entrevistó cuando aún estaba convencido de que el volcán no le alcanzaría y tras ver asolada su propiedad; hasta empresarios de energía solar, de alimentación, de distribución agrícola, en el polígono del Callejón de la Gata. O a los que vivían del turismo rural en el valle o en Puerto Naos y luchan ahora por reinventarse. Mujeres y hombres, niños, adultos y ancianos, personas desesperadas o esperanzadas, rotas por el dolor de la pérdida o aferradas a luchar por su futuro, cientos de palmeros han pasado por la antena de la Ser para contarnos a todos su personal experiencia de este acontecimiento único. Profesores, alcaldes, alumnos, curas, agricultores, directores de hoteles, emprendedores, bomberos, vulcanólogos, ministros, escritoras, juristas… su testimonio personal ha emocionado a los oyentes de la radio durante este larguísimo mes.

 

La dedicación por encima del agotamiento, la entrega de los periodistas desplazados a La Palma, ha aunado sensibilidad social y rigor informativo, abriendo el micrófono a todos los que querían contar el impacto del volcán en sus vidas. Pero también –y esto es importante- se ha respetado siempre el deseo de silencio, el derecho a no hablar.

 

 

 

La Ser ha desplegado –lo mejor que ha podido y sabido- su voluntad de servicio público, acompañando a una sociedad en shock, a los vecinos de una isla que no acaba aún de imaginar que ocurrirá cuando el volcán, cuando por fin llegue ese momento, por fin se apague.

 

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