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Vuelve la Filmoteca con una joya del cine: "Hiroshima mon amour"

Estrenada en 1959, el fillm francés no ha perdido ni un ápice de su fuerza y se podrá disfrutar mañana 9 de julio en el Auditorio Insular

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    La Filmoteca regresa y lo hace con una elección que no podría ser más acertada: Hiroshima mon amour, la inolvidable película de Alain Resnais con guion de Marguerite Duras. Una obra que no solo marcó un antes y un después en la historia del cine moderno, sino que sigue resonando hoy como un susurro persistente entre las ruinas de la memoria.

     

    En la pantalla, una actriz francesa y un arquitecto japonés se encuentran por azar en Hiroshima. Lo que comienza como un encuentro fugaz, casi trivial, se transforma pronto en una conversación profunda e íntima que desvela viejas heridas, recuerdos imborrables y amores imposibles. En una sola noche —la única que comparten— se despliega todo un paisaje interior donde el cuerpo y la palabra se convierten en vehículos del dolor y del deseo.

     

    La película transcurre en blanco y negro, con diálogos en francés y japonés que se entrelazan como si fueran pensamientos. Pero quizás lo más poderoso son sus silencios: esos espacios donde no se dice nada, pero todo tiembla. La guerra no se muestra, pero se siente. El pasado no se revive, pero arde. Es una obra hecha de fragmentos, de imágenes poéticas, de repeticiones que no buscan respuestas, sino resonancias.

     

    Estrenada en 1959, Hiroshima mon amour no ha perdido ni un ápice de su fuerza. Su forma quebrada, su manera de abordar el amor y la pérdida sin sentimentalismos, su audaz mezcla de lo personal con lo histórico, la convierten en una experiencia cinematográfica que sigue interpelando a nuevas generaciones.

     

    Y ahora, esta joya del cine llega al Auditorio Insular de Fuerteventura, invitando al público a detenerse, mirar con otros ojos y escuchar con atención. Será mañana miércoles 9 de julio a partir de las 20 horas. No hace falta inscripción previa, ni más preparación que el deseo de dejarse tocar por una historia que, aunque ocurrió hace décadas, sigue viva en cada fotograma.

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