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Negociar

 

  • Redacción NoticiasFuerteventura
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    Carlos Alonso, expresidente del Cabildo de Tenerife dijo el pasado viernes que es "muy difícil" que Coalición Canaria apoye el Gobierno de Sánchez con Podemos. Lo hizo en unas declaraciones a la Cope, a título exclusivamente personal, y explicando que no cree que a Canarias y a España le convenga un gobierno extremista, porque lo que el país necesita es más moderación, y el nuevo Ejecutivo, si llega a prosperar, lo hará dando pie al independentismo. Las declaraciones de Alonso han provocado una pequeña tempestad de interpretaciones exageradas y virulentas, especialmente en las redes, en las que se ha acusado a Alonso de representar a lo más rancio de la ultraderecha. Ese argumento es una estupidez, pero por desgracia, resulta más frecuente de lo que cabría esperar: cualquiera que mantiene una posición crítica a la participación de Podemos en el Gobierno, es automáticamente tildado de ultraderechista. Personalmente, entiendo que el formato de gobierno de izquierdas planteado a toda velocidad por Sánchez e Iglesias, es por el que hay que comenzar a intentar desbloquear la situación política española. Otra cosa es que pueda salir. Pero no creo que oponerse a la participación de Iglesias en el Gobierno sea una manifestación de una concepción ultraconservadora de la política. Si así fuera, Sánchez sería un ultraderechista: durante meses se opuso férreamente a la incorporación de Iglesias al Gobierno, y sólo cuando comprendió que él mismo corría el peligro de perder Moncloa fue cuando decidió asumir el insomnio.

     

    Además de oponerse a la participación de Podemos en el Gobierno, Carlos Alonso ha explicado que es difícil apoyar a un partido -el PSOE- que ha hecho todo lo que ha estado en su mano por sacar a Coalición de todas las instituciones. Que el PSOE haya intentado gobernar en todos los sitios donde ha podido hacerlo no es censurable. Otra cosa es que Coalición no sienta que el comportamiento del PSOE legitima la opción de no votar la investidura de Sánchez. En este país, desde que Sánchez es presidente, se nos vende la especie de que los partidos menores o locales tienen la obligación de apoyar a quien gana las elecciones. Sánchez se convirtió en presidente construyendo -con la ayuda de Iglesias y los independentistas- una censura contra Mariano Rajoy, que fue quien ganó las elecciones. Y en Canarias, en ayuntamientos y cabildos se han llevado a cabo operaciones para desalojar a quienes ganaron las elecciones, entre otros al propio Carlos Alonso. Es de un extraordinario cinismo que Sánchez insista en vendernos -ahora- un discurso presidencialista, cuando el nuestro es un sistema parlamentario: aquí las elecciones las gana quien las gana, y gobierna quien consigue el apoyo de una mayoría suficiente para hacerlo.

     

    La pérdida de un diputado del PNV tras contar el voto por correo, cambia la matemática parlamentaria prevista, y ha provocado que a Sánchez le resultan imprescindibles los votos nacionalistas canarios para poder gobernar. Pero en el PSOE no quieren siquiera negociar las llamadas 'agendas regionales', que es el motivo último de la existencia de los partidos subestatales. El hecho es que o el PSOE y Sánchez aceptan que hay que negociar, o tendremos un fracaso en el primer intento de investidura. Para mí que eso es exactamente lo que quería recordar Carlos Alonso.

     

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