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Cuando el poder hace perder el norte

 

El sentido de la realidad está íntimamente ligado al estado de alarma de la cotidianidad. La cultura del esfuerzo, la necesidad del trabajo, la responsabilidad de los hijos, son una manera en la que la psique se ancla a una forma de vida relacionada a lo que se denomina “sentido común”.

  

Es cierto que una cierta formación hace ver además las situaciones en perspectiva, ya sea formación académica o formación vital, puesto que ambas son igualmente válidas para reconocer “la lógica de la cotidianidad”.

 

Las relaciones humanas se ven siempre afectadas por relaciones de poder. Siempre hay alguien que ya sea a nivel político, empresarial, militar, económico, paterno-filial, ejercen poder sobre otras personas. Está en la lógica de las relaciones sociales. Y es bien sabido que el poder afecta a todas las personas que lo ejercen, en una medida u otra.

 

Para el político norteamericano Franklin Roosevelt, «el poder es peligroso, enlentece la percepción, nubla la visión, aprisiona a su víctima, por muy bien intencionada que sea, y la aísla en un aura de infalibilidad intelectual contraria a los principios democráticos».

 

Para el Libertador San Martín, «la soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder».

 

En psiquiatría esta manera de comportarse, consiste en un auténtico trastorno delirante crónico o paranoia, en el que la persona trata de aislarse cada vez más de su entorno, reduce su mundo a las personas que le dan la razón y todo error o problema lo atribuye a causas externas.

 

Luego, a cierta distancia siempre hay personas que no tienen ninguna capacidad de gestión de la responsabilidad y se ven de repente con cuotas de poder. Estas personas tratarán de agrandar su figura para paliar las deficiencias, y en este agrandamiento aparecerán comportamientos mesiánicos que rozarán lo patológico. Creerán sus propias mentiras y en función del poder arrastrarán a otras personas que no entenderán nada hasta que sea tarde.

 

Pero el poder en muchos planos de la existencia es coyuntural, termina. Y generalmente termina de forma abrupta. La caída suele ser dura

 

 

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