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Ojito con los campos de fútbol

¿Son cancerígenos los materiales con los que se elaboran los nuevos campos de fútbol? Hasta una veintena de campos de césped artificial se han construido por toda Fuerteventura durante la última década. Cotillo, Pájara, La Pared, Morro Jable, Corralejo, Puerto del Rosario, Gran Tarajal, Tiscamanita…. Son instalaciones más cómodas para la práctica del fútbol que los antiguos campos de tierra, y cada tarde acogen a cientos de niños y niñas haciendo deporte.

 

La duda se extiende estos días por media Europa con el material que se utiliza para dar consistencia a la superficie: pequeños fragmentos de caucho procedentes, casi siempre, del aprovechamiento de neumáticos viejos. Este material contiene una variedad de contaminantes orgánicos, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), y de metales pesados que pueden volatilizarse en el aire o filtrarse en el terreno cuando llueve, lo que plantea un riesgo potencial para el medio ambiente y la salud humana.

 

El peligro de algunos de los componentes utilizados en la producción de neumáticos ha sido bien establecido por la Agencia Internacional Investigación contra el Cáncer (IARC) Sin embargo, actualmente no existen suficientes pruebas que demuestren que la exposición en un campo de césped artificial sea lo suficientemente elevada como para hacer saltar las alarmas.

 

La semana pasada un programa de la televisión holandesa llamaba la atención sobre la salubridad de los campos de césped artificial en un documental que relacionaba el caucho que se utiliza en estos campos con el cáncer. El escándalo ha sido tal que varios clubes de fútbol amateur han decidido suspender sus partidos. Sin embargo, los estudios científicos realizados hasta la fecha no ofrecen evidencias de que la utilización de este tipo de materiales sea perjudicial para la salud de los deportistas,aunque los investigadores aseguran que hay algunas lagunas en la investigación, como los efectos en niños.

¿Por qué no responde Luis Ibarra?

Llevamos dos semanas esperando que el presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Luis Ibarra, se digne contestar a una sencilla pregunta que se le ha formulado desde Fuerteventura: ¿Habilitará el PIF del muelle de Puerto del Rosario para que el barco de la línea de Tarfaya pueda cargar y descargar mercancías aquí?

 

En realidad la respuesta es relativamente fácil de prever: No.

 

Al menos eso es lo que se desprende del comunicado publicado en prensa hace dos semanas por la Autoridad Portuaria, tras la alarma generada por la Cámara de Comercio. Luis Ibarra venía entonces a responder con una finta pueril: Puerto del Rosario tendrá la conexión con Tarfaya por la que tanto ha luchado, pero será después de que el barco cargue y descargue mercancías en Las Palmas.

 

Quizás pensó Ibarra que sazonando el requiebro con unas semanas de silencio los majoreros nos olvidaríamos del tema: aquí Paz y en el muelle de Las Palmas, Tarfaya.

 

Pero la insistencia majorera es pegajosa. Ahora Luis Ibarra tiene sobre la mesa no sólo la petición de la Cámara de Comercio para que responda con claridad antes del siguiente Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria (la próxima semana), sino que también ha recibido ya una solicitud formal del Cabildo de Fuerteventura para que venga a la Isla y se aclare.

 

¿Es consciente Ibarra de que el paso del tiempo no sólo no entierra el tema sino que acrecienta la indignación?